viernes, 3 de junio de 2016

Artículo de prensa

Gobierno y FARC buscan llegar a un acuerdo


Los diálogos de paz en la Habana


En la Habana – Cuba, entre los años 2013 y 2014 el gobierno busca sentarse a negociar con las FARC, la entrega de armas y la desmovilización por parte de este grupo armado. El gobierno ha propuesto alternativas en beneficio de los ciudadanos Colombianos, pero en las que las FARC no aceptó y propone cosas como lo son la participación de integrantes de este grupo en política del país, propuesto que lógicamente el gobierno no acepta. En septiembre de 2015 el presidente Juan Manuel Santos da la noticia a los colombianos que ha llegado a un acuerdo y que en marzo de 2016, las FARC y el gobierno iba a firmar dicho dialogo y propone que en caso de que este grupo armado no cumpla con lo acordado, la ONU procederá e intermediará con nuevas leyes y nuevos castigos. Al llegar marzo, el gobierno da la noticia de que todavía faltan cosas por acordar y por ello se va a aplazar la firma de dicho acuerdo para un futuro incierto.
Colombia, a pesar de ser la democracia más antigua de América latina, lleva 51 años de enfrentamiento armado Las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) nacieron en los '50 como un grupo de defensa ante la violencia gubernamental. Un estudio las considera responsables del 37% de los más de 40.000 secuestros que se produjeron entre 1970 y 2010 Las relaciones con el narcotráfico, las más de siete millones de víctimas y los excesos de ambas partes del conflicto que se han puesto sobre la mesa en la negociación de La Habana. En todos estos años de feroz enfrentamiento, las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas, las FARC, han sobrevivido a 12 gobiernos, algunos más afectos al diálogo, otros abiertamente beligerantes y han sobrevivido también a sus propias divisiones, errores y contradicciones. El fin de la violencia firmado en La Habana pretende poner un punto final a un relato regado por el dolor de más de siete millones de víctimas, pero que supone una grieta en la sociedad colombiana difícil de remendar. Las FARC nacieron de La Violencia. Así, con mayúsculas, es como Colombia bautizó la guerra civil no declarada entre liberales y conservadores que se extendió desde finales de los años cuarenta hasta casi la década del ’60. El enfrentamiento dejó una escandalosa e indeterminada cifra de víctimas que se suele calcular entre 200.000 y 300.000, además del desplazamiento forzoso de casi un cuarto de la población colombiana de entonces, que apenas superaba los diez millones de habitantes. En aquellos primeros años las FARC “se constituyeron de manera espontánea para defenderse de la violencia oficial de un gobierno conservador minoritario que mediante la violencia quería perpetuarse en el poder”. Con los ochenta llega el cambio radical en el accionar de las FARC, que se transforma de pequeña guerrilla en una fuerza bajo el mando de un Estado Mayor y dividida en frentes y bloques. “Pasan de una mentalidad defensiva a ofensiva”. El objetivo es crear un ejército capaz de ir ganando terreno desde la zona cordillerana hasta tomar la capital. La primera vez que las Farc se sentaron a negociar la paz fue en 1984 con el presidente Belisario Betancourt. Por primera vez un gobierno reconocía a la guerrilla como un interlocutor válido para buscar la superación del conflicto armado. Las FARC se comprometieron a suspender sus secuestros y formaron un movimiento político, la Unión Popular. Tres años más tarde, la UP denunciaba el asesinato de más de 3.500 de sus miembros, incluyendo el de los candidatos a la presidencia Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa. El Gobierno de César Gaviria (1990-1994) consiguió que algunos grupos guerrilleros participaran en la Asamblea Constituyente, pero el poder político siguió tratando a las FARC como un grupo de vándalos. Andrés Pastrana (1998-2002) encabezó el llamado Proceso de Paz del Caguán, que se cerró en falso justo antes del secuestro de la entonces candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien más tarde protagonizaría el rescate más mediático en la historia del conflicto. Tras Pastrana llegaría Álvaro Uribe y su política de “seguridad democrática”, que en la práctica intensificó el combate. Fueron los años más duros. En 2008 el Gobierno dio un gran golpe a las FARC. En un complejo operativo engañó a la guerrilla para liberar a Betancourt y dos contratistas norteamericanos, usando vehículos con la identificación de la Cruz Roja.
COLOMBIA: UNA LARGA TRADICIÓN DE CONFLICTO-POSTCONFLICTO.- Colombia lleva muchísimos años en guerra y posee una experiencia sin igual en procesos de paz frustrados. Desde las guerras de independencia, pasando por la guerra de los Mil Días y La Violencia, hasta el actual proceso de paz, son muchas las ocasiones en las que en Colombia se ha intentado dar terminación al conflicto y dar paso a una situación de post conflicto en la cual nuevos brotes de violencia aparezcan como innecesarios. La ausencia de una paz duradera debería suscitar un análisis a fondo de los diversos procesos de paz que se han dado en el país, comenzando desde el proceso de construcción de Nación en el siglo XIX hasta los procesos más recientes. El análisis de tal historia permitirá observar las diversas estructuras que han dado lugar no sólo a la aparición de la guerrilla sino de los grupos paramilitares y permitirá observar las carencias institucionales del Estado que han conducido a la aparición de grupos de autodefensa, sean estos de derecha o de izquierda.

En conclusión se podría decir que en el marco de la desmovilización de cientos de paramilitares de las AUC, uno de los temas que ha concentrado la atención de los analistas y de algunos congresistas es el relativo a la situación penal de los miembros de este grupo armado. ¿Se les debe dar perdón y olvido como se sugiere en algunos sectores?, ¿o tal vez sancionar a los jefes de la organización y dejar en libertad a los soldados rasos? O, como aparentemente lo sugiere el proyecto del Senador Rafael Pardo, de la Representante Gina Parody y del Representante Luis Fernando Velasco, ¿perdón y olvido para algunos y sanción no superior a diez años para los Comandantes? Un análisis de las posibles soluciones mostrará que no sólo por razones de imperativo moral debemos optar por la justicia como camino a la paz, sino que hay razones pragmáticas que indican que la sanción de los responsables de graves violaciones a los derechos humanos y al derecho humanitario es el camino más adecuado para alcanzar una paz duradera.